Dicen los especialistas en comunicación que los partidos políticos saben que tienen que tener presencia en Internet, tienen que saber utilizar las redes sociales, pero aún no han aprendido cómo hacerlo. Probablemente no lo han aprendido porque les cuesta entender que la web 2.0 no significa sólo un cambio tecnológico, ni un cambio de herramienta, sino que propone, y exige, una redefinición de la política.
Y así, mientras Alberto Ruiz Gallardón cierra sus perfiles en Facebook y Twitter (dicen los aficionados a las quinielas gubernamentales que porque va a ser ministro. Y qué tiene que ver, añadiría yo) Cayo Lara pide ayuda a los internautas (es decir, a los ciudadanos) para acabar de pulir su discurso de investidura. El objetivo, dicen en la coalición, es “ser permeable a las ideas de los ciudadanos”.
Para ser sinceros, me faltan argumentos para juzgar (otros lo harán por mí) si la iniciativa del político de Argamasilla de Alba es una concesión puramente estética a los que pide mayor democracia a los partidos o si nace de un verdadero compromiso con la reformulación de la política.
Sólo si Cayo Lara pide a los otros partidos y sobre todo a su propia coalición una política más transparente, más abierta y más colaborativa estará sabiendo utilizar las redes. En el caso contrario, estará estafando a sus internautas.
Esperemos que no haya estafa, sino voluntad real de hablar y escuchar.