Se lo oirás decir a casi todos los gurús: Las redes sociales, -la web social, en un sentido más amplio- han revolucionado la manera de viajar. Créetelo pero, como todas las sentencias que parecen absolutas, como los viejos axiomas, créetelo sólo a medias.

Foto reconocible, ¿verdad? El viajero social dispone de mucha información previa antes de emprender viaje.
Es cierto, los viajes del siglo XXI, los viajes que realiza el llamado “viajero social” no se entenderían sin el Internet social. Sin las redes sociales y los blogs que sirven para elegir hotel, para buscar rincones, para hallar tesoros que las guías de viajes, a veces deliberadamente, ocultan. Y sin las redes sociales que sirven para hacer saber a todos nuestros contactos que estamos lejos, viajando, descubriendo. Admitamos, pues, que Internet ha revolucionado la forma de viajar.
La forma, sí, pero no la esencia. Consultamos blogs y confiamos en las recomendaciones de nuestros amigos cibernéticos igual que antes consultábamos a los conocidos que ya habían estado en aquel destino. Ahora colgamos nuestras fotos en Facebook para que todos sepan dónde hemos ido, igual que antes mandábamos una postal.
Porque en realidad, pueden cambiar las apariencias, pero no las esencias. Llamamos viajero social al viajero actual para enfatizar la capacidad de compartir opiniones y experiencias y resaltar el poder prescriptor de Internet, pero en realidad el viajero siempre ha sido social. Siempre se ha dejado recomendar, siempre ha querido recomendar, siempre ha querido exhibir, siempre ha querido contar. El viajero de antaño, sin smartphone, sin blogs y hasta con cámara de carrete, era igual de social que el viajero de la web 2.0. ¿O no reunía a sus amigos delante de la tele para enseñarles el vídeo de hora y media de sus vacaciones en Turquía?
Sí, somos sociales. Y por eso nos gusta compartir. Compartimos lo mismo, pero nuestro mensaje llega a mucha más gente gracias al efecto viral de Internet, a la capacidad casi ilimitada de la web para difundir contenidos. Escribimos un post, un tuit, alabamos un destino turístico, criticamos un hotel, recomendamos una experiencia… sin saber que ese comentario puede empujar a una persona que no conocemos a tomar una decisión u otra. Y es que, como bien concluye el estudio elaborado por la agencia Territorio Creativo junto a NH Hoteles, “los viajeros se decantan por contenidos creados por consumidores en detrimento de los contenidos corporativos”. El motivo es sencillo: ¿En quién confiamos más?, ¿en un viajero que ha hecho el viaje que nosotros queremos hacer o en una empresa que trata de convencernos de las bondades de su oferta? La respuesta parece clara.
Esta realidad no ha pasado desapercibida para los actores principales de la industria turística, que tratan de entrar en la web social para saber qué se dice de ellos y para tratar de salpicar la Red con contenidos favorables a sus intereses. Quien lo haga con métodos heredados de la web 1.0, del marketing tradicional, tendrá un mal pronóstico: la web social, el viajero social, no admite la unidireccionalidad, no está dispuesto a no poder conversar, a ser sólo un oyente sin voz. El viajero social comparará precios, opiniones, experiencias previas, y dejará de lado los mensajes lanzados por las empresas a la manera tradicional. Entre otras cosas, como apunta el estudio de Territorio Creativo, porque “el viajero busca no sólo viajar sino vivir experiencias memorables”, crecer, entrar en contacto con la nueva realidad que visita, sumergirse en ella y no sólo rozarla. Y esa inmersión difícilmente puede hacerse de la mano de una guía de viajes.
El viajero social, nos atrevemos a decir, es más difícil de engañar. Quiere verdad, quiere realidad. Y esa verdad se la muestran otros viajeros como él.
Y en este contexto, ¿qué debe hacer la empresa turística?, ¿cómo ser protagonista en un entorno social que quiere que ese rol principal recaiga en el viajero y no en la oferta comercial? Lo veremos en la segunda parte de este post.
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Si te ha interesado este post, puedes leer la segunda parte:
Marketing para el turismo: ¿Cómo seducir al viajero social? (II)
Silvia
/ 05/07/2013Discrepo un poco de ambos. Es cierto que cualquier sitio que visites puede dar la sensación que has estado antes, pero siguiendo con ejemplo que has puesto de New York, la sensación de sentirme en un lugar conocido no fue distinta de la que había sentido en el sur de Alemania en 1999, cuando lo que había visto eran las fotografías en un catalogo o una enciclopedia, Las sensaciones que sientes en cada lugar es lo que realmente te queda en el recuerdo. En el contexto actual donde vemos al momento cualquier cosa que este pasando casi en tiempo real, el viajar ya no consiste en tomar más o menos fotografías, si no en experimentar nuevas sensaciones como el sofocante calor en Times Square las tardes de agosto, una tormenta veraniega que te sorprende de repente en la terraza de un restaurante en Paris. Pocas cosas hay tan fotografiadas y reproducidas en el mundo como el Partenón de Atenas, y os aseguro que las sensaciones que experimentas cuando estas delante y dejas actuar a tus sentidos no se capta en ninguna fotografía por muchos megapíxels que tenga.
Cristina Vives
/ 05/07/2013Hola Silvia.
Sí, no creo que lo que cuentas sea muy diferente a lo que estamos diciendo. Al final, lo que buscas en un viaje, más que ver, es sentir, vivir, experimentar. Porque eso es lo más exclusivo y lo más personal que te puede dejar un viaje. No creo que viajemos para ver lo que todos han visto o para hacer lo que todos ya han hecho sino para sentir y para experimentar, sólo a nuestra manera. Por eso tú hablas de las sensaciones…
Un saludo y gracias por tu comentario
Ramón Arias
/ 04/07/2013Totalmente de acuerdo.. aunque tengo la sensación de que quizás se esté desmadrando todo un poco..
Me explico:
Tal como dices, cada vez más el viajero tiene información completísima y de primera mano de otros viajeros que han estado, tiene fotos reales de la habitación del hotel, de tal o cual visita, lo tiene absolutamente todo…
¿Esto es bueno? Pues sí y no. Evidentemente cuanta más información tengas, menos problemas vas a tener en tu viaje.. y todos sabemos que en un viaje lo que más surgen son problemas.
¿Pero qué hay de la sensación de ver un paisaje por primera vez en tu vida y quedarte alucinado? Pues que se está perdiendo porque ya has visto ese paisaje alucinante en una foto real, de 7 Megapixels o en un vídeo HD y aunque verlo en vivo te pueda emocionar, nunca llegará a ser lo mismo que descubrirlo por ti mismo por primera vez.. ¿no crees? No es lo mismo imaginarlo en tu mente y luego disfrutrarlo por primera vez…
Y quien dice un paisaje dice otras cosas que forman parte de un viaje… que como bien dices, básicamente es una experiencia de vida. Y por eso precisamente tengo la sensación de que si vas con demasiada información no llegas a disfrutar tanto esa experiencia…
¿y que hay de la sensación de perderte? Y de repente encontrarte en un sitio con una gente alucinante que si no te hubieras perdido nunca los hubieras llegado a conocer…
Enfin, hablo por supuesto de los viajes vacacionales que puedas hacer con tu pareja, o sólo… Evidentemente si viajas con toda la familia cuanta más info tengas de todo mejor, al igual que si es un viaje de negocios..
Pero para todo lo demás, por favor, información la justa y necesaria. Es mi opinión.. Gracias.
Cristina Vives
/ 04/07/2013Hola Ramón,
Planteas un debate colateral a mi post muy interesante. Recientemente he estado en Nueva York, ciudad que pese a que me ha enamorado me ha dejado la sensación que tú apuntas de que casi todo lo que estaba viendo ya lo había visto en fotos o películas o ya me lo había contado la gente que había estado. Parecía que no hubiera nada por descubrir, nada que me hiciera tener la sensación casi infantil de ser la única persona del mundo que supiera que aquello existía. Es cierto, en este sentido, que Internet y el acceso a la información nos han privado de la sensación de exclusividad que antes podíamos tener al viajar a algún lugar lejano.
De todas formas, creo que, pese a ello, y por muy preparado que tengamos un viaje, siempre hay ocasiones para dejarse llevar por la incertidumbre, para vagar por las calles sin saber qué se busca, para dejarnos ir y ver y experimentar cosas que no todo el mundo puede vivir… No creo que tengan que ser cosas incompatibles al 100%. ¡Qué aburrido sería entonces!, ¿verdad? Yo me niego a ver, hacer y pensar lo mismo que ven, hacen y piensan los otros.
Muchas gracias por tu comentario y espero tenerte por aquí para leer la segunda parte del post…
Ramón Arias
/ 08/07/2013😉