Lo confieso. Estoy celosa. Celosa de los blogueros de viajes a los que hoteles y gobiernos regalan viajes para que luego hablen en sus blogs de lo que han vivido. Celosa de los blogueros de literatura a los que las editoriales regalan libros para que los comenten en sus bitácoras. Celosa de los blogueros de coches a los que los concesionarios regalan coches para… Bien, no, supongo que en este caso no pasa. Pero en la mayoría de sectores sí, las marcas han descubierto el valor prescriptor de los blogueros y han visto la necesidad de seducirlos para que puedan llevar su mensaje o producto al publico que los sigue.
Y yo tengo un blog superchulo (¿verdad?) sobre Social Media y Periodismo y a mí nadie me regala nada, pienso de vez en cuando. Ni siquiera una suscripción gratuita a la versión online de La Vanguardia, cosa que me haría mucha ilusión para leer las contras, dicho sea por si el señor Godó está entre los interesantísimos lectores de mi blog y le da por poner remedio a mis celos.
A lo que íbamos: para paliar mis celos (y para investigar un poquito más en este mundillo del marketing) me propuse un experimento: íbamos (no estoy sola en esto) a montar un blog con recomendaciones sobre restaurantes de Barcelona a los que vayamos yendo y que nos vayan gustando. Si, además, algún propietario de restaurante de Barcelona nos invita a cenar para que escribamos sobre él podré dejar de estar celosa de los blogueros a los que las marcas cuidan. ¿Jetilla? Sí, sumadlo al otro defecto que he reconocido unas líneas más arriba, ese de los celos.

Exquisito tartar de salmón del restaurante Momos.
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Publicado por Cristina Vives el 27/05/2013
https://comunicarentiemposinciertos.com/2013/05/27/en-marketing-el-valor-es-igual-al-amor-un-caso-de-social-media-restauranting/